marzo 09, 2012

La loquita, su novio, la línea del tren y el pelón

En estos dás en que el frío ha dejado su paso por la capital decídi salir a dar una vuelta por las calles, con la única intención de ver que sucedía.

Me puse mis lentes oscuros y salí a la calle con la mejor sonrisa que recordaba tener.

Caminé un rato hasta llegar a un parquesito cercano a la línea del tren y me senté bajo un árbol. Pasada media hora desfiló frente a mi un chico algo delgado pero de barba cerrada, muy afeminado y vestido completamente de negro. Cruzó el parque, sacó su celular, hizo una llamada y al termino de 5 minutos salió de una de las casas cercanas un macho formidable, masculino, de bonitas piernas y espalda ancha.

Mi cuerpo reaccionó de imnadiato al ver al macho en su actitud de galán.

Después de una conversación los jóvenes se despidieron y la loquita me hizo un guiño que de antemano sabía me iba a hacer.

Caminé un par de cuadras detrás de él hasta llegar a otra intersección con la línea del tren y la loquita empezó a caminar por rieles del tren, cual si fuera un acto de circo lo imité hasta que llegué a acercarme tanto que mi respiración estaba en su nuca.

Aprovechamos el matorral y un tramo de la vía cercada por altos muros para que la loquita se pusiera a mamarmela, una delicia como usaba aquellos labios rojos encerrados por aquella barba poblada.

Mi exitación fue tal que llené la boca de la loquita con mi leche a lo que sus ojos agradecidos expresaron toda su aprobación. Al terminar de limpiarse, se levantó y me dijo - me voy porque si mi novio me ve nos arma un pleito-.

Yo en mi mente, registré el lugar en el que vive el novio que es mi próximo objetivo.