Me sentaba largos días fantaseando con príncipes azules y aventuras sin límite.
Me sentaba esperando que las cosas cambiaran, que mi mundo cambiara.
Pasaba de lento a reprimido a puto a necio a necesitado.
Un día me atreví a que alguien más me soñara, a que alguien más me imaginara.
No, no estoy hablando de amor, estoy hablando de ser yo, salir a la realidad y proponerme ser mejor, tener vida, amigos, problemas, aventuras, permitirme mejorar la visión de mi mundo.
Todo a través de una China, de una fumadora, de un mae muy zorra, de otro mae muy zorra, de un muerto y un arquitecto.
Fue escalando entre líneas, entre números y descubrí que me gustaba leer, crear mundos paralelos en mi imaginación y ver desde arriba lo que el mundo me ofrecía.
Es cierto unos días lloré, otros días reí, algunas (muchas) veces tuve miedo y muchas otras apenas pude pagar por una botella de agua. Recuerdo cierto cumpleaños en que por esas cosas del destino celebré con un palito de queso (el dinero no me alcanzaba para más) y sonreí pensando que siempre hay un adelante, un más allá.
Y de repente me encuentro, por casualidad y virtualmente, con un tico gay y me prendo de su historia y sus aventuras. Yo que pensé en recitar poemas y actuar dramas, ahora me convertí en escritor y me gusta...
He tenido muchos Quijotes en mi vida, esos que han cambiado mi visión del mundo, esos que sin querer me han hecho maravillosos regalos dejándome entrar en sus vidas, que me han dado la oportunidad de ser yo y ser diferente. A todos gracias.
A ustedes gracias por leerme, por imaginarme, por soñarme detrás de estas palabras. Gracias por dejarme ser un Sancho.