noviembre 18, 2009

La Cita.

Me levanté como todos los días a las 5:15 de la mañana, alegre de saber que hoy era la cita. Me desperecé un poco sobre la cama, dí tres vueltas sobre las cobijas, busqué las sandalias y me dispusé a dirigirme al baño...


¿Agua fría o agua caliente? . Afuera el día pintaba soleado, así que decido bañarme con agua fría... primera incursión bajo el chorro - ah, ahf, ah qué frío!!! - champú en la palma de la mano, agua, froto con la punta de los dedos... al cabello, masage... lo dejo ahí para que actúe como debe ser. Tomo el jabón y recorro mi cuerpo - brazos, espalda, pecho, cintura, piernas, orificios privados, pies -. Luego el exfoliante para la cara... el agua fría me harta, agua tibia... termino de bañarme quitando cuidadosamente los restos de champú y jabón.

Tomo el paño y seco el agua que recorre mi cuerpo, primero la cabeza - cabello, cara, oídos, cuello - luego froto con cuidado mi torso y la espalda, las nalgas, las piernas... los pies al final.

Frente al espejo aplico crema a mi cuerpo desnudo y tibio, me peino, me pongo desodorante y me dirijo a la habitación a buscar un bóxer para usar algo mientras desayuno (no soporto desayunar desnudo). Unas tostadas con queso, jugo de naranja con un cubo de hielo y 5 minutos después me dispongo a lavarme los dientes, terminar de vestirme y salir de la casa rumbo a la oficina...

El día pasa arrastrándose y mi ansiedad por llegar a la cita se acrecenta durante la mañana como una enfermedad que corroe mi atención... pienso en la hora señalada y falta mucho tiempo aún.

La hora del almuerzo es casi un suspiro y de nuevo a trabajar, frente a la computadora sentado por al menos 5 horas más veo pasar todo lo que tengo planeado para esta noche... qué temas hablaremos, que ropa usaré, será que me peino a la moda o un poco más relajado... Dios qué ansiedad!!!

Las dos de la tarde y los minutos se escabuyen sobre mi muñeca como diminutas migajas del gran pastel de la desesperación. Dos y cinco... Dios qué pasa?... Dos y diez... aaaaaaaaaaaaaa. La impaciencia me mata y la desesperación me hace observar, casi con manía, los más pequeños detalles de las cosas que me rodean - las vetas falsas de la madera del escritorio, el sonido del ventilador de mi computadora, las marcas de tinta amarilla en el vaso de mi compañero -.

Mi estómago me hace una mala pasada y empieza a aullar como si no hubiera comido nada durante un mes... maripostas mis nalgas... mínimo son dinosaurios. Las dos treinta y la tarde languidece a cuenta gotas...

Para la cita, el lugar, la hora y los asistentes han sido confirmados, solo restaba esperar y eso era precisamente lo más difícil... ver pasar el tiempo muerto de la risa, sentirlo detenido como una venganza.

Un café para hacer menos tensa la espera... más trabajo para rellenar los momentos, siento que he aparchonado el día con pequeños pensamientos que pasan nadando en el espeso mar de mi angustia.

Al llegar las cinco de la tarde salgo corriendo de la oficina para lograr salvar el transito de esta ciudad enana pero que se congestiona que es un gusto...

Entro a mi casa, me baño de prisa, busco la ropa indicada para la ocasión, me vesto presurosamente, a salir resbalo, hago equilibrio para no caer y ensuciarme.... camino hasta la calle principal, tomo el autobús , llego al centro, 200m más y llego al lugar indicado...

- Hola -
- Hola -.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y despues???? queeeee, o nos vas a dejar así???? aayy, como me suenan esos momentos tan, tan.. uffff, que emoción...

Jooo, mañana el final.

Besos

Víctor dijo...

-Hola-
-Hola-.

¿QUÉ? waaaa quiero saber

saludos... me gusta mucho tu blog

Unknown dijo...

alex, ViTor, XY's: Pronto tendran el final...

En estos días ando corriendo como un loquito...

Besos.