Llorar con las rodillas

Dado el momento me detuve,
me senté en media calle,
sin importarme los autos
y empecé a llorar.

Lloré por los amaneceres tristes

y por los mares contaminados

por los ríos llenos de botellas
y por las mujeres maltratadas.

Lloré por mis ojos
pero como acostumbro
a extralimitarme
lloré por la nariz y la boca,

lloré con las rodillas

y la punta del pie.

Lloré por las marchas del orgullo
y por las protestas para el salario
cayeron lágrimas por mis pantorrilas
salando la calle donde estaba sentado.

Dejé de pensar en el que dirán

y lloré toda la mañana,
la tarde  y asi por tres días seguidos
sin pañuelo para limpiarme.

Lloré por los buenos polvos
y por los polvos tristes
por los sobos dejados a medio palo
y por las eyaculaciones melodramáticas.

Estuve llorando boca abajo, boca arriba
y de medio lado.
Lloré, lloré, lloré
y seguí llorando.

Me cogió la noche ahi tirado
llorando por los besos, los abrazos
dejándome fluir sin pena

llenando el mundo con mis lágrimas.

Lloré por el tiempo perdido
y sobre las rayuelas

por los poetas muertos

y las cantoras olvidadas.

Pasé la página pero aún sentía
ganas de llorar, la soledad me embargaba
y la multitud me oprimía
la paz no me alcanzaba.

Lloré por los dulces maricones
y las ventanas abiertas
después de que se cierra una puerta,
por las bocas desiertas.

Por los tacones de las locas,

por las pelucas rojas

por los labiales verdes

y por los mojigatos sin sentido.

Lloré por los proceres de la patria
y por los padres del pueblo
que sin sentido deseaban
ganarse más que un sueldillo.

Lloré a secas por los hijos muertos
por los niños que no nacen
por los que mueren del hambre
y por los que viven en la oscuridad.

Lloré una vez más por aquellos

que han sido olvidados
y por aquellos condenados
por sus pecados de amor.

Por las nueces rotas y
por los perros callejeros
lloré por las carcajadas
a boca a bierta de dientes podridos.

Lloré, lloré y lloré
hasta que al fin
mis lágrimas se negaron
a caer más.