septiembre 22, 2011

Cuando sobran ganas...

Falta lugar.

La restricción vehicular ha logrado que regrese a las calles pero como peatón. Todos los miércoles al salir de la universidad aprovecho para caminar por San José. A algunas personas les espanta caminar por la capital durante la noche, a mi me encanta. Uno va aprendiendo de quien desconfiar y por cuales calles no debe caminar.

Ayer  a eso de las 7 de la noche en boulevard de la Avenida Central me topé de frente con unos labios gruesos de piel morena y pequeño tamaño.

Me vió, lo ví, dos segundos después estabamos hablando.

- Hola. ¿Cómo estás?

El: Muy bien y usted.

Para ese momento la exitación empezaba a notarse a través de mi pantalón y él muy percatado de lo que sucedia me dijo: que bien se ve eso. Ante la pena de que alguien más notara mi exitación saqué las faldas de mi camisa.

Sígame me indicó y ante las dudas (asaltos, muerte por robo de organos y bla, bla, bla), entramos por la puerta principal de la Libreria Universal y caminamos a cierta distancia uno del otro hasta el baño del segundo piso. Al entrar, un miscelaneo limpiaba el piso inmediatamente salió. Me ubiqué en el mingitorio de la derecha y el hombre de labios carnosos se ubicó en el mingitorio a mi izquierda.

Dos segundo después sin dejarnos ni siquiera vernos o tocarnos entró nuevamente el hombrecito de limpieza. Ante lo cual Labios salió despovorido a lavarse las manos. Salimos de aquel lugar tan altamente vigilado y caminamos por la libreria, ante algunos estantes Labios aprovechaba para tocarme por sobre el pantalón.

Cansados por la vigilancia extrema del local decidimos caminar hasta el área de juguetes y en una esquina vacía Labios intentó hacer aquello que no pudimos en el baño.

Al depedirnos me dijo, con las ganas que tenía de mamársela, lástima que no encontramos donde.

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