mayo 27, 2010

Minotauro

El minotauro se alimentaba
de carne humana y cuanto
más crecía más salvaje se volvía.

como todas las mañanas mi erección era tremenda y pensar que  la noche anterior el cansansio me ganó la batalla y el sueño me dejó con ganas de algo de acción.
amanecí descansado y con impetú lujurioso propio de mi signo zodiacal y regido por mi carta según la fecha de mi nacimiento. la carta el siete de copas, mejor conocida como la lujuria.
no quería jugar a manuela, solamente quería coger y como el minotauro comer carne de jóvenes hermosos que cayeran rendidos ante mi fortaleza y que no pudieran escapar a mis encantos.
decidí entonces salir de mi casa rumbo a cualqueir parte para poder encontrar a aquellos efebos que serían mi alimento por un rato mientras rubricaba su cuerpo con mi semen.
busqué con cautela en cada lugar conocido y en nuevos lugares por descubrir y llené cada rincón de la capital con mis ansias de coger.
amanecí empalmado y no quería un simple revolcón, necesitaba algo memorable, que se quedara en mi cuerpo, como cuando uno pasa todo el día en el mar y por la noche siente el mecer de las olas.
necesitaba llenar un cuerpo con mi saliva, mi sudor y mi semen blanco, sin tener alguna necesidad de dar explicaciones y decir "te quieros".
solté mi mirada sobre un cuerpo moreno lleno de juventud y musculos definidos, cual ave de presa me lancé a su conquista y para mi sorpresa la carnada sería yo en su cuerpo un medio día de mayo.
sus labios gruesos pasearon sobre mi cuello y mis gemidos lo llevaron a quitarse la ropa mas rápido de lo que llegamos a su casa, en un abrir y cerrar de ojos estabamos denudos disfrutándonos.
mis musculos se mostraban timidamente sobre su piel morena y mi excitación invadia algo más que su boca.
de pie mordí el costado de su abdomen y él gimió soltando de su pene un chorro transparente entonces supe que era el momento para penetrarlo decididamente.
de pie aún logré penetrarlo sólo para caer sobre el sofá en gran contorsión olímpica.
su boca pedía más y mi cuerpo ansiaba complacerlo, mi piel se llenó de gotas de sudor brillante y pegajoso que corrían por su espalda como muestra de la pasión puesta en el acto.
mi eyaculación lo llenó de placer, colocándolo en la posición más cómoda para su cuerpo, dejé sus manos libres para que se masturbara.
y cayó sobre mi cuepo de piel bronceada en maroma acrobática para masturbase mientras me tenía adentro de sí.
su leche llenó sus músculos abdominales mientras mi boca recorría su cuello.
una vez más teseo había vencido al minotauro.